Perú nos ofrece la posibilidad de negociar en el mismo idioma, además de poseer un léxico similar al del colombiano.
El peruano esta en un proceso de adaptarse a las exigencias internacionales. La economía cerrada que caracterizó al país por mucho tiempo y la posibilidad de “influir” en las personas cercanas, hizo que los peruanos fueran de alguna manera “egoístas” en el manejo de los negocios, sabiendo muchos que frecuentemente tenían la sartén por el mango y que sí o sí iban a poder colocar sus productos o servicios debido a estas influencias.
Es difícil lograr reuniones con la Alta Dirección de las empresas o Instituciones, pero a la vez es importante, puesto que es ésta quien toma las decisiones. Los Gerentes de Línea pueden tener sus opiniones y transmitirlas, pero no van a poner el punto final, sobre todo que no es característico de los peruanos el delegar responsabilidades completamente.
Los peruanos están entre los más formales y reservados de Sur América. Para los peruanos difícilmente el trabajo es lo más importante de la vida, sin embargo son estrictos con los compromisos adquiridos.
Para la cultura peruana, el tiempo es un concepto relativo en el que la impuntualidad y la informalidad son frecuentes. No sorprende entonces cuando dilatan los tiempos de negociación, o incluso cuando los recortan, según su estricta conveniencia, en aras de obtener posiciones más ventajosas y dejar de lado la consideración de los intereses de la contraparte. La informalidad les permite disminuir la presión para negociar o incluso comprometerse.
El empresario peruano se caracteriza por no tomar la decisión de un negocio en la primera cita, por lo que probablemente se requerirá más de un viaje para concluir el acuerdo.
Para los peruanos la concepción predominante en negociaciones es el regateo, con solicitudes iniciales exageradas y aparentemente rígidas, que ajustan y reducen en el tiempo, incluso de manera abrupta e inesperada al final del camino, para garantizar el cierre de las mismas.
Para los peruanos, las negociaciones tienen un valor fijo que es objeto de distribución, de suerte que la ganancia para uno es la pérdida para otro, concepción típica de negociación de 'suma cero'. Esto explicaría su comportamiento en la mesa de negociaciones donde solamente se gana o se pierde- y su persistente afán de sacar provecho de la contraparte. Esta concepción no comprende la creación de valor distribuible entre las partes.
En el Perú, negocian las cabezas, es decir, las jerarquías de alto nivel, que por lo general son centralizadas, preparadas y visiblemente autoritarias, que no dan lugar a otras figuras de negociación.
El trabajo extra es voluntario, tanto en su otorgamiento como en su prestación. El trabajo extra se abona con un recargo a convenir que no podrá ser menor del 25% por hora calculado sobre la remuneración ordinaria.
En materia de descansos manuales, el denominado derecho al goce vocacional hace al trabajador acreedor a 30 días de descanso anual, previo a la acreditación del trabajo efectivo de 260 días en el respectivo período.
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